sábado, 28 de abril de 2007

viernes, 20 de abril de 2007

jueves, 12 de abril de 2007

texto de Josep Lluis Péris sobre la pintura de Victor Candela

PAISAJE Y ESPEJISMO A TRAVÉS DE LA PINTURA

El hecho poético acontece en la mirada y es la manera de mirar el objeto, la realidad o las secuencias de realidad lo que precipita el proceso creativo y en consecuencia, la obra de arte, más allá de la disciplina, técnica o estilo con el que el artista acomete su propio lenguaje comunicativo y también expresivo. El énfasis que el arte más actual concede al proceso de creación o al recorrido intelectual y poético que se genera entre el sujeto, el objeto y el espectado no es sino una opción más entre el conjunto de posibilidades creativas que se abrieron camino a partir de las múltiples rupturas y fragmentaciones estéticas derivadas de la experimentación de las vanguardias europeas y americanas a principios del siglo pasado.

La representación como finalidad última de la actividad plástica es evidente que quedó superada por la técnica fotográfica, y en la actualidad la sociedad de la información y las tecnologías audiovisuales dominan el imaginario colectivo absolutamente colonizado de imágenes y de mensajes con un alto grado de precisión en la mimesis de lo real. Es por todo ello que hoy, la pintura se fundamenta en esa capacidad por aprehender la materia poética oculta en los objetos y en la mirada del artista hacia esos fragmentos de realidad, la mayor de las veces, invisibles para la mayoría de los sujetos, sometidos a la mirada estereotipada de los medios, y es así como el hecho pictórico cobra relevancia artística enfrentándose a clichés miméticos, ya sea a través de nuevos lenguajes figurativos, informalistas, matéricos o abstractos. En este sentido es como el artista ilicitano Víctor Candela irrumpe en el mundo de la pintura a partir de una figuración onírica basada más que en la realidad, en las imágenes imaginarias de secuencias y escenas de realidades soñadas y a la vez enmarcadas en una tradición concreta que no es sino la de la mirada occidental hacia la orientalista, cargado de sensualidad, exotismo y misterio.

La pintura de Víctor Candela se centra en un discurso plástico dominado por el imperativo del paisaje, y así las arquitecturas, los interiores, los patios y jardines se muestran como fragmentos paisajísticos que nos descubren a través de una atmósfera sugerida y que todavía, la esencia de un mundo que se ha alejado tras los pasos de la historia, pero que todavía podemos retener a través de una mirada imaginaria hecha de retazos de imágenes reales y de imágenes conformadas a partir de los viajes, lecturas o incluso de las visiones que los maestros de la pintura europea, sobre todo inglesa, han ido conformando en sus cuadros, hoy visibles en los museos y en los libros de arte.

El discurso pictórico de Víctor Candela se vale de la ensoñación, del recuerdo o de lo ya vivido para entrar de lleno en la materia profunda de la experiencia del tiempo y del deseo. En sus cuadros habita más que la nostalgia, la recreación de un espacio temporal donde realidad y deseo se funden en una sensación onírica de plenitud, la omnipresencia de los sentidos se superpone a lo racional; y la luz, el color, la sonoridad sutil del agua, sus reflejos sinuosos, las sombras y penumbras, los ocres tierra de los edificios, sus texturas, todo se fusiona en una única sensación sensual donde el componente de lo lírico y de lo poético desbanca cualquier aproximación pictórica descriptiva o testimonial.

Desde una técnica tradicional en la que el óleo, el acrílico y el pincel ejercen de instrumentos básicos para la elaboración de sus composiciones, Víctor Candela reconstruye un universo pictórico donde no cabe el detalle minucioso de la representación, ya que el objetivo de las imágenes que recrea no es la identificación de los objetos reales, sino la construcción de una atmósfera envolvente en la que habita la quietud y el silencio del espíritu extasiado frente a los retazos de naturaleza fluyendo entre las geografías serenas y lejanas, entre los fragmentos de arquitecturas vivientes o residuales y arqueológicas, entre los interiores repletos de vegetación y de soledad callada. El artificio y la exuberancia que destilan las escenas en cada cuadro forman parte de esa mirada acumulativa y fantástica con la que el pintor añade imaginación y deseo o irrealidad a su experiencia de espacio inventado, de tiempo dilatado a partir de su poética y personal visión de un paisaje modelado por la sabiduría, la dureza y el genio de las culturas orientales.

Influido seguramente por muchas de las escenas paisajísticas de los pintores románticos, el autor ha sabido aportar con su innegable dominio de la materia del color y del tratamiento impresionista de la luz, un enfoque mediterráneo y próximo a muchas de las escenas que por otro lado se identifican más claramente con los paisajes y la arquitectura del norte de África. Escenas del Nilo, patios interiores de Marruecos, palmerales y oasis del Sahara sirven al pintor como punto de arranque de una reinterpretación seudoarquetípica de esas visiones o miradas hacia un entorno remoto en el que habita el deseo de la placidez y de la plenitud, de este modo los espacios recreados por su pintura adquieren un halo mistérico que invita al espectador ha dejarse llevar y persuadir por esa narratividad fantástica sugerida y oculta tras las escenas de quietud y de parálisis del tiempo.

Especial atención merecen los paisajes en gran formato, donde el tratamiento de las texturas de las tierras, rocas y colinas semidesérticas consiguen un efecto visual ilusorio y lleno de magia, capaz de integrar al espectador en la inmensidad espacial que consiguen los horizontes confundiéndose con los cielos cálidos protegiendo al desierto y las imágenes inmovilizadas del aire como si de verdaderos espejismos se tratara. La luz adquiere un protagonismo especial en cada composición, y se muestra como hilo conductor y generador de atmósferas con vida propia, y así, las penumbras, los haces de luz huidizos, los reflejos sobre las superficies o sobre el agua van envolviendo las escenas en una inquietante metáfora sobre la inaprensión del momento único, de la inmediatez de la experiencia del tiempo que es el ahora vivido, contemplado e irrepetible, de forma que en muchas de las secuencias pictóricas subyace con gran fuerza esa vaguedad de la fluidez del tiempo, paralizado en los ámbitos ilusorios del espacio real, imaginado o retenido en el universo pictórico del cuadro.

En definitiva, podemos afirmar que Víctor Candela ha sabido construir un lenguaje pictórico personal y reconocible, y ha acertado a la hora de generar un universo icónico relacionado con una poética propia habitada por las emociones que despiertan los sentidos en constante receptividad hacia la belleza inherente a los sueños, la imaginación o la fascinación que provoca la visión de un mudo próximo en el espacio y lejano en el tiempo, como es el mundo oriental o sus fragmentos reinventados por la mirada y por la materia de la pintura.
josep lluis peris



English Text



The poetic fact happens in sight and it is the way of looking at the object, reality or sequences of reality, further beyond the artist´s form of facing his expressive language built through discipline, technique or style, wich precipitates the creative process, and subsequently the art form. The importance set in the creative process or the intellectual and poetic transit between subject, object and spectator is nothing but another possible option among the creative possibilities given after the various breakthroughs and aesthetic fragmentations that European and American experimentationalist avangardes produced in the beggings of the past century.
Photographic thecnique clearly surpassed representation as the final aim of plastic activity and, today, the information society and audiovisual technologies dominate an collective perceptions, inhabited by images and messages that highly define reality´s mimesis. This is how, today, painting is based in the artist´s ability to inhale the poetic materials hidden within objects and how his perception of reality bites that, more often, pass unrealized for most subjects submitted to the usual media look, happens to produce art forms through new figurative, informal, materic or abstract expressions. It´s through imaginary sequences of images and dreamed realities set in a certain western tradition that perceives oriental´s sensuality, exotism and mistery how the ilicitano artist Víctor Candela enters the world of painting.

Víctor Candela´s pictures submit to landscape as plastic expression form, and this is how architecture, interiors, patios and gardens hint landscape bites and makes us discover, through an enigmatic and suggestive atmosphere, the essence of a world long gone after history´s steps, but that we can still appraise through an imaginary sight if we give free ride to pieces of real images and frames built after voyages, lectures or even visions that European master painters, mostly british, have defined in their pictures.
Victor Candela´s pictorial discourse appeals to dreams and remembrances of the deja vu in order to penetrate the profound materials of desire an time experiences. His pictures are inhabited, further beyond nostalgia, by the recreation of a temporal space in wich reality and desire fuse in an oniric sensation of fulfilment, an absolute presence of sensations above reason; in wiche light, color, the subtle sonority of water, textures, everything fuses in an unique sensual sensation in which the liric an poetic elements displace every pictoric description or testimonial approximation.
With a traditional technique in wich oleum, acrylic and brushes act as basic instruments to perform his compositions, Víctor Candela portraits a pictorial universe in wich details have no place because the aim of the images that he recreates is not identifying real objects, but constructing a quiet and silent atmosphere of spiritual ecstasy before traces of nature that flow among serene and yonder geographies, among lived or arqueological architectural fragments, among vegetation filled interiors and silent solitude. The artifice and exhuberance that destile the scenes in all his pictures form part of this accumulative and fantastic sight through wich the painter ads imagination and desire or irreality to his own experience of invented space, of expanded time after his poetic and personal vision of a landscape modelled by his knowledge of the hard and genial oriental cultures.
Probably influenced by various landscape scenes of romantic painters, the author has been able, with his evident control of the impressionist treatment of colour and light, to generate a Mediterranean perspective close to many scenes usually identified with northern Africa´s landscapes and architecture. Scenes in the Nile, morrocan patios, palms and Sahara´s oasis support the painters pseudoarchetipic reinterpration of visions and sights of a remote sorrounding inhabited by the aim of placidity and fulfilment. This is how spaces recreated by his painting acquire a misteric halo that invites the spectator to let himself be persuaded by this fantastic narration suggested and hidden beyond quiet and time paralized scenes.
Josep Lluis Peris i Gómez